El embarazo lo cambia todo.
Tu cuerpo, tus rutinas, tu casa… y sí, también la vida de tu perro.
Él lo nota.
Nota cuando te cuesta moverte más que antes, cuando te tumbas en el sofá a otras horas, cuando algunas cosas de la casa empiezan a cambiar aunque aún no haya un moisés a la vista.
Y aunque no entienda lo que pasa, lo siente.
Por eso, acompañarle desde ya (con conciencia, cariño y pequeñas acciones) es una forma de prevenir riesgos futuros, reforzar vuestro vínculo y cuidar el bienestar de toda la familia que está por venir.
Aquí tienes 10 pasos esenciales para preparar a tu perro de forma respetuosa, empática y basada en ciencia.
Porque no se trata de “acostumbrarle”, sino de acompañarle.
Porque no se trata de “acostumbrarle”, sino de acompañarle.


Soy Tamara Hernán, especialista en crear buenas convivencias entre perros y niños desde la preparación antes del nacimiento del bebé y pasando por los periodos más delicados de la adaptación y desarrollo del niño/a.
Mi especialidad es la Crianza Multiespecie®️ y hoy quiero acompañarte en un momento clave: la etapa del embarazo, cuando todo empieza a transformarse… también para tu perro. Porque si le acompañas ahora con consciencia, estarás sembrando una convivencia mucho más tranquila cuando llegue el bebé.
10 pasos para preparar a tu perro durante el embarazo
9 meses para crear una vida.
10 pasos para preparar a tu perro.

Descubre los 10 pasos para que tu perro se adapte con tranquilidad a la nueva vida con tu bebé.
1. Ajusta su rutina antes de que todo cambie.
Tu perro no necesita saber que estás embarazada para notar que algo se está moviendo. Lo siente en tus horarios, en tus emociones, en pequeños cambios.
Por eso, cuanto antes empieces a adaptar su rutina a la que vendrá, más fácil será para él todo lo que está por llegar.
No hace falta un cambio radical de un día para otro: basta con pequeños ajustes semanales, como adelantar o retrasar los paseos, la comida o el descanso unos 10–15 minutos cada semana, hasta que os acerquéis al nuevo ritmo familiar.
¿Y por qué hacerlo así?
Porque su sistema nervioso necesita tiempo para adaptarse. Un estudio de Beerda et al. (1997) mostró que los cambios bruscos en la rutina aumentan el cortisol en perros, una hormona relacionada con el estrés. En cambio, cuando los cambios se introducen de forma gradual, su cuerpo los procesa con más calma y seguridad.

2. Crea zonas de descanso exclusivas
Igual que tú estás preparando un espacio para el bebé, tu perro también necesita el suyo. Un lugar solo para él, donde poder retirarse cuando necesite desconectar de los llantos del bebé, las visitas (luego hablaremos de ellas) o los nuevos sonidos que irán llegando.
Ese rincón debe ser tranquilo, accesible y libre de interrupciones.
Y si lo presentas con una palabra o señal concreta, aprenderá que ese espacio es su refugio seguro.
Es importante que nadie le moleste allí.
Ese respeto será clave para que, cuando el bebé crezca y empiece a explorar, tu perro sepa que sigue teniendo un lugar donde puede estar tranquilo, sin tener que defenderlo.
3. Habitúale cuanto antes a sonidos, objetos y movimientos
Para tu perro, el carrito no es solo “un carrito”.
Es un objeto nuevo, grande, con ruedas que hacen ruido y que se mueve por casa sin previo aviso. Lo mismo ocurre con el cuco, la hamaca, la mochila portabebé o incluso ese colgante musical que a ti te parece adorable… y a él, sospechoso.
Por eso, cuanto antes los conozca, mejor. La clave está en la habituación progresiva: presentárselos en momentos tranquilos, durante sesiones breves (3–5 minutos diarios), permitiéndole oler, mirar y escuchar sin prisas, sin forzar.
Hazlo con calma.
Puedes dejar el objeto en el suelo mientras tú estás cerca, ponerle una alfombra debajo para amortiguar ruidos o simplemente estar con él mientras explora. Si lo asocia a tu presencia y a un entorno seguro, dejará de verlo como una amenaza.
Consejo práctico: no solo es el objeto, sino cómo interaccionas con él. Empuja el carrito por casa, colócate la mochila portabebé mientras le hablas… ve normalizando esos gestos poco a poco.

4. Aumenta la calidad de sus paseos
No se trata de caminar más para que «queme más energía», sino de pasear mejor. De que ese rato juntos sea un bálsamo, no una obligación más en tu agenda.
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Déjale oler
El olfato es su forma de leer el mundo. Pararse a oler no es perder el tiempo, es estimular su mente y reducir su ansiedad.
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Permítele elegir el ritmo
Un día puede ir más tranquilo, otro más activo. Que no todos los paseos sean “con prisa”. Aprender a observar su energía también te prepara para los cambios que vendrán.
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Elige rutas con variedad sensorial
Parques, caminos con vegetación, zonas menos transitadas… Un entorno rico en estímulos positivos mejora su estado emocional.
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Evita usar el paseo solo para "descargar energía"
En realidad, el paseo es un momento de conexión entre los dos.
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Incluye pausas de calma
Sentarse juntos en un banco. Observar. Respirar. Que también aprenda a disfrutar de la quietud fuera de casa.
Un paseo de 20 minutos bien enfocado vale más que una hora de tirones y estrés.
¿Y si lo conviertes en vuestro pequeño ritual de conexión diaria?

5. Momentos de calma compartida
En medio de tanto movimiento, cambios físicos y preparativos, parar también es necesario. Y no solo para ti.
Tu perro necesita saber que, a pesar de todo lo nuevo que está ocurriendo, tú sigues ahí. Que no ha perdido ese espacio de conexión contigo. Por eso, encontrar un momento de calma compartida al día (aunque sea breve) puede marcar una gran diferencia en cómo vive esta etapa.
Siéntate a su lado. No hace falta hablar, ni jugar, ni hacer nada especial. Solo estar. Acaríciale con lentitud, respira con él, déjate contagiar por su presencia tranquila. Ese pequeño ritual libera oxitocina en los dos: una hormona que crea seguridad, confianza y apego.
Y cuanto más segura se sienta la relación entre vosotros antes de que llegue el bebé, más estable será después, incluso en medio de los cambios.
No subestimes el poder de cinco minutos de estar juntos.
6. Planifica las visitas con cabeza...y con corazón
Cuando nace un bebé, es habitual que lleguen visitas: familia, amistades, vecinos… todos con la mejor intención. Pero para tu perro, ese desfile de personas nuevas puede ser una fuente de estrés: olores distintos, ruidos, movimientos inesperados, energía agitada…
Y hay un detalle más: si tu perro empieza a percibir al bebé como algo que debe «proteger», las visitas no serán solo extrañas… sino potenciales intrusos.
Y eso podría aumentar (y mucho) sus niveles de estrés.
Por eso es clave que, desde el embarazo, empieces a planificar cómo serán esas visitas y qué normas vais a poner.
- ¿Quién entrará primero
- ¿Dónde estará tu perro cuando suene el timbre
- ¿Puede elegir retirarse si no se siente cómodo?
- ¿Le saludan con calma o le invaden con efusividad? (te recomiendo que esto se lo expliques a las visitas antes de que vengan)
Y, lo más importante: no le obligues a interactuar si no quiere.
7. Entrena su autonomía
Uno de los mayores cambios para tu perro será que, de pronto, ya no estés tan disponible como antes. Y eso, para un animal tan social, puede resultar difícil de gestionar si no lo ha entrenado antes.
Pero ojo: no se trata de “acostumbrarle” a estar solo como si fuera una obligación o un castigo. Se trata de enseñarle, poco a poco, que también puede estar tranquilo sin ti… y que eso no significa perderte.
Porque la autonomía no es dejarle solo: es enseñarle a estar bien cuando tú no estás.
Y eso es un regalo enorme para él… y un alivio para ti cuando tengas un bebé en brazos y las manos ocupadas.

8. Fomenta su autoregulación
A veces creemos que cuanto más rato pasamos con nuestro perro, más fuerte será el vínculo. Pero en realidad, una relación equilibrada también necesita espacios, decisiones propias y libertad de movimiento.
El objetivo no es que te siga a todas partes ni que esté pendiente de ti las 24 horas, sino que sepa que puede contar contigo… incluso cuando no estás justo al lado.
Fomentar su autorregulación es parte de eso:
Es enseñarle que puede decidir sin miedo, que no todo depende de ti, que tiene recursos propios. Eso le dará seguridad cuando llegue el bebé, porque no sentirá que “te pierde” cada vez que estás ocupada.
Un perro que tiene voz en casa es un perro más tranquilo y más confiado.
Y así, el vínculo, en lugar de depender de la presencia constante, se construye desde la confianza mutua.
9. No dejes el vínculo para después
Es fácil que el día se te pase volando entre ecografías, listas de cosas para el bebé, el cansancio, las dudas, las emociones…
Y sí, es normal que haya días en los que no te apetezca nada.
Pero tu perro no necesita grandes planes. Solo un momento al día que sea “vuestro”. Un rato breve (pero de calidad) donde sepa que sigues ahí, que lo eliges, que tu cariño no ha cambiado.
Puede ser un juego tranquilo, una mirada larga, unas caricias mientras ves una serie, o una mini charla tonta mientras friegas los platos. No importa el qué: importa la intención.
Y cuando llegue el bebé, ese vínculo que no dejaste para “más adelante” será tu mayor aliado. Él ya sabrá que, aunque todo cambie, tú sigues siendo su lugar seguro.
10. Aprende a leer sus señales
Tu perro no habla, pero se comunica todo el tiempo.
Con la mirada, con la cola, con un bostezo, con ese gesto sutil de girar la cabeza o relamerse cuando algo le incomoda.
Son señales pequeñísimas… pero valiosísimas. Y aprender a leerlas es una de las formas más poderosas de cuidarle.
No esperes a que gruña o ladre para darte cuenta de que algo no va bien. Cuando entiendes sus señales tempranas, puedes actuar antes, ajustar, protegerle o simplemente respetar lo que necesita.
Si no sabes por dónde empezar, La Escala de Comunicación Canina puede ser una gran aliada. Te ayuda a identificar y entender esas señales que muchas veces pasan desapercibidas… hasta que es tarde.

Después de estos 10 pasos, quiero darte una buena noticia: No se trata de hacerlo perfecto.
Se trata de estar presente. De mirar también por él, mientras todo empieza a girar en otra dirección.
Cada pequeño gesto que haces durante el embarazo (una rutina anticipada, una caricia tranquila, una decisión respetuosa) es una semilla.
Una semilla de convivencia, de vínculo y de equilibrio para el futuro que está por venir.
Tú estás creando un hogar para tu bebé. Pero también sigues siendo el hogar de tu perro.
Y acompañarle desde ahora no solo os prepara para convivir mejor… os prepara para vivir este cambio como una auténtica familia multiespecie.
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